sábado, 7 de agosto de 2010

CON LA IDEOLOGÍA HEMOS TOPADO (I)

           Cuando nos enfrentamos a una obra cultural, sea la que sea, siempre nos resulta difícil dejar de lado nuestra ideología y todo aquello en lo que creemos a la hora de juzgarla. La mayoría de las personas posee unos principios y un modo de ver la vida determinado, y muchas veces la presencia de esa manera de pensar es tan fuerte que nos suele nublar la vista en cuanto algo no coincide con nuestra manera de entender las cosas que siempre es, para nosotros, la más cómoda y, por supuesto, la que nos parece correcta. Y eso me (nos) pasa, por ejemplo, a la hora de juzgar muchas obras (incluyendo, por supuesto, películas, literatura… en el interminable mundo del arte) que, si no automáticamente, pronto dejamos de lado sin intentar ver más allá al chocar con nuestra visión de las cosas.

          Lógicamente cuando descubrimos que una obra o artista coincide con nuestra manera de pensar, el regocijo es inmenso, por el proceso de identificación que supone con alguien al que admiramos. Pero sin embargo (a mi me suele pasar) la decepción suele ser grande cuando nuestra manera de entender el mundo choca frontalmente con la ideología pública de determinadas figuras o artistas, y eso nos lleva automáticamente en muchas ocasiones a mirar ya con otro cristal a la persona en cuestión, cristal que también afecta a su producción de la que, vale, no extraeremos valores ideológicos válidos para nosotros pero que nos puede ser útil en otros aspectos.

        Con esto no quiero decir que no se pueda juzgar moralmente o ideológicamente a una persona por el simple hecho de que haya creado grandes obras. Se puede y se debe ser crítico. Ahora bien, el juicio de lo personal debe estar separado, a mi entender, de aquellos valores artísticos (técnicos, estéticos… o de cualquier clase). Porque si no, nos perdemos muchas cosas. Pretendo decir que la calidad de una producción no debe valorarse en base a que nos guste o no como piensa su creador. La obra la podremos juzgar luego como “buena” o “mala” pero atendiendo a cuestiones separadas al hecho de que nuestra manera de pensar se aproxime o no a la del creador, aunque este segundo factor, faltaría más, pueda y deba ser valorado, como ya dije, de un modo crítico.

       Es natural que se me recrimine (y andáis en lo cierto) que, si un artista o persona posee determinada ideología o pertenece a determinada época o contexto, esta impregne, irremediablemente, su obra. Es verdad. Pero pienso que si no es por la emoción o el entretenimiento que nos suponen (lógicamente si una obra ideológicamente te chirría es muy difícil dejarse llevar), al menos muchas obras pueden poseer muchos valores o intereses a destacar que van desde el simple propósito de entender a quien no piensa como nosotros, hasta comprender el desarrollo socio-político de un momento, a captar determinados valores estéticos o formales y un largo etc. Pueden también no poseer ninguno de estos valores pero, repito, que esa conclusión de si nos gusta o no debe mantenerse al margen de si la persona nos gusta o no. Dicho en otras palabras, no admito como argumento de que la obra de alguien no guste porque ideológicamente nos es contraria. Podremos decir que "ideológicamente me parece una panfletada o, directamente, una mierda", pero a pesar de eso la obra nos puede gustar ¿un ejemplo, aunque sobado? el cine de Eisenstein.

       Y digo esto porque el peso de la ideología es a veces tan fuerte que, lamentablemente, ha enterrado a personajes a pesar de que su obra pueda ser artísticamente apreciada o resulte interesante. Y ejemplos hay unos cuantos.

       Todo esto del peso de la ideología, la moral… etc. se diluye con el tiempo y nos autoengañamos muchas veces. Por ejemplo juzgamos la pintura barroca religiosa como maravilla formal o técnica sin que, en este caso, la ideología clara que late detrás nos impida disfrutar de aquellas maravillas que hoy día se esconden en sitios como san Pedro del Vaticano pero cuyos valores a muchos nos disgustarían hoy: la penitencia, redención por la sangre, la tortura... por no mencionar todo lo "tolerante" que fue la Iglesia por aquellos tiempos. Y yo soy el primero que disfruta maravillándose con el arte contrarreformista.


       Y aunque sea fácil poner siempre de ejemplo al catolicismo, es cierto que todas las épocas del arte se han basado en esto, un patrono tirano que limpia su imagen (o hace promoción de ella) mediante el arte, que ahora es el que nos queda y que admiramos con nuestro aplauso: Luis XIV y su Versalles, Felipe II y su Escorial, Julio II y su Vaticano, Napoleón III y su nuevo París… El arte por el arte es algo demasiado nuevo y las obras nunca han tenido una razón de ser espontánea, siempre han estado al servicio de algo o de alguien y normalmente ha sido un poder con deseos de expansión y publicidad. Sin embargo esto no nos impide entrar y disfrutar de una catedral o visitar las ruinas de un anfiteatro romano.




         Lo cierto es que el tiempo hace que nos olvidemos de quién mandó hacer las obras y bajo que pretexto o intención, pero siempre ha habido alguna. Los patronos del arte, en su mayoría, han sido tiranos, sanguinarios o consumadores de genocidios. Y es así. A todos se nos cae la baba visitando Florencia y maravillándonos por todo lo bello y maravilloso que lograron los Medici, olvidándonos de las mil y una batallas que llevaron a cabo, de lo sanguinarios que fueron o de su tiranía. Pero el arte sobrevive y ahora nos hace disfrutar. Aquí hemos sabido separar esos dos caminos. Más ejemplos: las glorias de la vieja Roma, todo lo que nos gusta su literatura y toda la grandeza de la cuna de occidente. Cuna basada en el sistema esclavista y en espectáculos centrados en la muerte (de eso no parecieron acordarse los insignes hombres del Renacimiento cuando “recuperaron” dicha antigüedad). 




         Lo que vengo a decir es que el arte debe ser juzgado como arte, y la ideología que impregna el arte debe ser atendida por otro lado. Pienso que es posible valorar lo positivo o lo negativo de una obra sin necesidad de atender a qué ideología o creencia pertenece. Luego, por supuesto, podemos afirmar que ideológica o propagandísticamente puede ser detestable pero ese juicio no debe ser el que nos haga valorar una obra en cuanto a lo formal, estético y artístico.

       Luego están los artistas concretos que como seres humanos son despreciables por sus actos. Ejemplos, uno muy claro: Caravaggio, genio del barroco, pero que sin embargo fue un asesino y tantas otras cosas más que rechazables. No obstante nadie dice “no, ese museo no entro que hay cuadros de un asesino (o de un putero, o vete tú a saber de quién)”. Sería ridículo.



CONTINUARÁ

2 comentarios:

  1. Como veo que es la primera parte de una serie, supongo que ya lo mencionarás, pero me parece que la clave de todo lo que dices es el factor tiempo.

    No es lo mismo juzgar unas manifestaciones artísticas y culturales que tienen siglos de antigüedad que otras que nos resultan más cercanas, y que incluso afectan o han afectado a personas y colectivos aún vivos. Por eso la polémica sobre la retirada de los símbolos franquistas, víctimas de una ideología hija de un mundo en constante y vertiginoso cambio. A nadie se le ocurre retirar símbolos de, por ejemplo, Fernando VII (a pesar de las barrabasadas de este hombre en nuestra historia), ya que doscientos años han echado mucha más tierra por encima que 35.

    Por lo demás, totalmente de acuerdo con lo de (intentar) separar arte e ideología. Yo lo intento, y muchas veces no lo consigo. Así que tiene su mérito.

    Saludos!!!

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  2. Yo tampoco lo consigo muchas de las veces. Pero no está fuera de lugar intentarlo. Y estoy de acuerdo contigo en que el factor tiempo es la clave, porque cuando las heridas están todavía abiertas nos resulta tremendamente difícil olvidar las cosas tan sencillamente sólo por amor al arte. Pero lo es que he dicho, nos podemos (y debemos) rasgarnos las vestiduras ante determinadas cosas, pero eso no quita el valorar el poder estético de las mismas (ejemplo del que hablaré "Marcelino, pan y vino" que tu conoces)

    Un abrazo y gracias por la aportación :)

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